jueves, 19 de junio de 2014

Habrá nuevo campeón



 Ayer, el ya antiguo rey del fútbol mundial fue vapuleado por la casta y el corazón de 'La Roja' chilena.
Se preveían cambios, pues había futbolistas que a opinión de la gente habían sido desastrosos en el primer encuentro ante Holanda. Xavi y Piqué, finalmente fueron los señalados por el seleccionador nacional. El mismo que decidió cambiar el estilo de juego en cuatro días, pidiendo a los suyos que jugasen a lo que no saben jugar. El mismo que no se atrevió a cambiar a los futbolistas que realmente fueron decisivos (para mal) en el encuentro contra Holanda, y que ayer, como no, volvieron a ser un desastre. Casillas, falló en la salida del primer gol y despejó al punto de penalti un balón que cayó muerto para que Aránguiz hiciese el segundo. Pero es obvio que Casillas es intocable, por méritos de hace ya cuatro años sí. Ramos falló clamorosamente en la marca sobre Edu Vargas, que permitiría al chileno del Valencia hacer el primer gol, que suponía el principio del fin. El doble pivote careció de cualquier ápice de intensidad y acabó siendo dominado en la primera parte por el, teóricamente, inferior mediocampo chileno. No hay adjetivos para calificar lo que se vio ayer en Maracaná.

Y es que me aventuro a hacer una comparación (como las millones que se hacen en los titulares de medio mundo) entre la abdicación de Juan Carlos I en su hijo, Felipe VI, y la selección, aunque deje entre ver mi ideología política: ¿Cuánto más hay que agradecerles? Me explico.
La selección española, que en seis años ha ganado dos Eurocopas (2008, 2012) y un Mundial (2010) nos ha brindado grandísimas alegrías en este período, pero me parece absurdo no poder criticarla por ese mismo hecho. ¿Cuánto tiempo hay que agradecerle el haber ganado esos títulos? Los medios de comunicación se niegan a criticarla, y se dedican a abrir todos sus artículos con frases del tipo: "Hay que agradecer, ante todo, a la selección la gran época dorada, y no podemos, en ningún caso criticarla..." ¿Cómo que no? Sí, sí que podemos. Porque cuando se juega mal, se juega mal. Yo, seguramente, sería el primero que apoyaría a la selección si hubiese quedado eliminado jugando bien, con sus señas de identidad y con la intensidad que demostraron los conjuntos que nos superaron. Una selección conformista merece todas las críticas que se haya ganado y más encajando siete goles en dos partidos y anotando solo uno de penalti.

Ayer Sampaoli bañó tácticamente a España y a su seleccionador, que ya conocía la "presión suicida" -como él mismo la catalogó- de Chile y aún advertidos del punto fuerte del rival, no supieron contrarrestarlo.

El Mundial son sorpresas, pero lo de España no es una sorpresa, lo de  España fue una vergüenza. Y me despido con un twit que puse tras el 1-0 y que sinceramente demuestra lo que ha sido el paso de España por este Mundial de Brasil:

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